POR
ANTON LOSADA
Distraídos como estamos por el glamour de las cacerías reales en Botsuana, el gobierno va colando con poco ruido y muchas nueces su tercera cacería contra el sistema de educación pública. No digo que no sea relevante que le Rey no practique la austeridad que predica o que el partido Popular deje por mentirosa a la Casa Real. Solo digo que a mí, como padre, me afecta más el tijeretazo educativo.
Primero nos convencieron de que nuestra educación pública es mala, sustituyendo por ideología y anécdotas la evidencia estadística que arrojan todos los informes: nuestro sistema educativo devuelve en calidad y rendimiento más de los que recibe en inversión. Estamos en la media de la OCDE en rendimiento, pero un punto por debajo en inversión.
Luego fueron a por los maestros, socavando su autoridad, cuestionando su compromiso y su trabajo y finalmente apelando a todos los tópicos y esperpentos que tanto gustan a la derecha cuando habla de lo público.
Ahora ya estamos en la tercera fase. Tres mil millones menos para masificar, desinvertir, recentralizar y precarizar la educación pública. El objetivo es una red pública barata y asistencial de la que puedan salirse aquellos que puedan pagar y optar por una red de educación privada generosamente subvencionada y fuera de cualquier control público en cuanto al acceso o la gestión. No se equivoquen, donde la derecha dice calidad, en realidad quiere decir élite…
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