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sábado, 18 de junio de 2011

EL ESPÏRITU DEL BOSQUE

En su libro Animáis in translation. Using the mysteries of autism to decode animal hehavior, Temple Grandin cuenta una anécdota aterradora fruto de los excesos de la industrialización de la producción avícola en Estados Unidos. En su condición de consultora, Temple fue requerida en varias granjas donde los gallos, inexplicablemente, descuartizaban a las gallinas en el transcurso del apareamiento. Le costó muy pocos días descubrir la clave del hecho. La manipulación genética orientada a la producción de gallos cada vez más grandes y musculosos había provocado, en algunos de ellos, una mutación que les inhibía de efectuar la danza ritual previa al acto sexual para seducir a la gallina. Ahora bien, la genética propia de la gallina le impone no adoptar la postura de entrega y sumisión al seductor sin el aviso previo de su danza ritual. El trágico resultado del desencuentro consistía en convertir a la sumisa gallina en una rebelde que prefería la muerte a claudicar, y al bello galán en un asesino. En otros animales como los humanos, la inhibición del rito no siempre es el resultado de una mutación genética, sino ideológica o, simplemente, de prácticas o costumbres que se alteran abruptamente pero, tanto en un caso como en otro, aleja de la felicidad y causa la desdicha.


 


Pollos de engorde son criados selectivamente y genéticamente alterados para producir grandes muslos y pechos, las partes en mayor demanda. Esta forma de reproducirlas ocasiona que estas pobres aves sean tan pesadas que sus huesos no pueden soportar su peso, por lo que es difícil para ellas estar de pie.

Estas aves se crían a un ritmo vertiginoso, alcanzando el peso de mercado de 3 1/2 libras entan sólo siete semanas. Los pollos se crían en las casas de engorde en condiciones precarias y de hacinamiento o en jaulas muy pequeñas para evitar la aparición de la carne magullada, lo que haría que su carne no sea deseada. Sus picos y dedos de los pies son cortados y las casas de engorde son muy a menudo mantenidas a oscuras para evitar peleas entre estas aves.

Y diría Voltaire "Es increíble y vergonzoso que predicadores y moralistas no eleven más su voz contra la bárbara costumbre de asesinar animales y además comérselos".

Ahora habria que añadir además este trato ta impropio de seres humanos conscientes

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