Estafa Banca: Carta anónima, enviada a Estafabanca, de un empleado...: A los clientes de La Caixa. Antes que nada quiero pediros disculpas, porque como empleado de La Caixa, en quien vosotros confiasteis durante muchos años, no he sabido estar a la altura de la misma. Sé que muchos pensáis que hemos colaborado conscientemente en el engaño. No es así, por lo menos por parte mía y de muchos de los que trabajamos en ella. Muchos de mis compañeros también compraron participaciones preferentes, o se las vendieron a sus familiares y amigos más cercanos. A alguno de ellos su familia no les habla.
Durante años os vendimos estos productos “como si” fueran libretas de plazo fijo y durante muchos años así lo parecía. Pero ahora se ha visto que este “como si” era una trampa. No os vendimos ningún chollo, ni ninguna libreta a plazo fijo, sino un producto tóxico, y ahora estáis sufriendo las consecuencias.
¿Cuál es nuestra responsabilidad? La de habernos creído lo que nos decía La Caixa, sin reparar en la letra pequeña. Había que vender el producto y parecía bueno, ¡Qué mejor que vendérselo a los clientes de toda la vida, a la gente más cercana que confiaba en nosotros!. Pero ¿acaso no olía mal el término “perpetuo” que acompañaba a estos productos? ¡claro que sí!, pero nosotros estábamos convencidos de que esa clausula sólo servía para que La Caixalos amortizase en el momento en el que le interesara. Al fin y al cabo, siempre había cancelado los productos que se habían vuelto en contra los clientes. Sin embargo, lo que más me indigna, es que unos meses antes de que estallara la crisis de las preferentes y las subordinadas, el mercado secundario interno de La Caixa, comenzó a verse inundado por misteriosas órdenes de venta. Un producto codiciado, que prácticamente siempre se compraba y se vendía en la misma oficina, comenzaba a inundar el mercado interno. Cuando algunos preguntamos a nuestros jefes de zona cual era la causa de tan extraño fenómeno, nos respondieron que probablemente alguno de los grandes inversores necesitaba liquidez y había puesto su cartera a la venta. ¡Qué era el momento de vendérselo a nuestros clientes! ¡y nosotros picamos! Y nos dedicamos a revender alegremente el producto.
Nuestra principal responsabilidad es que nosotros nos creímos su mensaje y también lo de que era para siempre ¡Qué el alma de La Caixa nunca cambiaría!. ¡vaya si ha cambiado! Nos hemos puesto a la misma altura que los bancos de toda la vida. Hay que vender como sea, hay que cumplir los objetivos que nos marcan. No importa que dejemos nuestra dignidad por el camino. Hace ya más de veinte años que entré a trabajar en esta entidad, y esto cada día se parece menos a aquella Caja de Ahorros que conocí. Nuestra dirección está tan ciega que no es capaz de ver el inmenso daño que ha hecho y las consecuencias que tendrá en el futuro. No sólo ha perdido para siempre vuestra confianza, es que también ha perdido la nuestra. ¿Cómo voy a vender los productos que se ponen a la venta, si ya no confío en ellos?
Sólo puedo pediros disculpas en mi nombre y en el de muchos de mis compañeros (es lo que expresan cuando saben que “nadie” les escucha). No podemos explicaros públicamente nuestro malestar y desconcierto porque tenemos miedo a las represalias. Podéis adivinar nuestros sentimientos cuando bajamos la cabeza,o desviamos la mirada. No quiero excusarme. Soy consciente de que no sirve para nada el “yo no sabía”, “yo no creía” o “yo no esperaba”. Pero en estos momentos es todo lo que ahora os puedo dar.
El manifiesto, que podéis ver debajo de estas líneas , es del colectivo de empleados de la banca, que apoyados por los sindicatos, dicen que los afectados hemos provocado una ola de violencia y agresividad contra ellos y que esto es una injusticia social.
Lo que es una injusticia es que los bancos, con la ayuda de la inmensa mayoría de sus empleados porque muchos lo sabían, hayan estafado a más de un millón de personas, la mayoría jubilados, los ahorros de toda su vida.
Los estafados llevamos más de 8 meses en la calle, protestando a diario con inocentes pancartas y silbatos para que se nos devuelva nuestro dinero y sólo hemos utilizando un arma, nuestra voz y nuestra indignación. Esto ha quedado demostrado porque durante estos 8 meses, no se ha registrado entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, un solo incidente.
Todas nuestras concentraciones han sido pacíficas y seguiremos en esta línea. Seguidamente reproducimos este manifiesto tal y como fue publicado en su día:
MANIFIESTO CONTRA LA CRIMINALIZACIÓN INJUSTA DEL COLECTIVO DE TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DEL SECTOR FINANCIERO
En los últimos tiempos hemos asistido a un empeoramiento de las condiciones y de la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas de este país, como consecuencia de la crudeza de esta crisis que padecemos.
Todo ello ha comportado, como no podía ser de otra forma, el crecimiento del malestar de buena parte de la sociedad por el sufrimiento que está soportando. A la vez, ha crecido el sentimiento de rabia por la impotencia de ver cómo empeoran tus condiciones de vida sin que puedas hacer nada.
Buena parte de este sentimiento se ha canalizado buscando a los responsables, que nos han llevado a todos a esta situación, para pedirles responsabilidades y que paguen por lo que han hecho.
Desgraciadamente, los verdaderos artífices de toda esta crisis y de los problemas que sufrimos no son tan evidentes ni están tan al alcance de quienes les queremos pedir responsabilidades. Pero de alguna forma, la sociedad encuentra el camino para exigir cuentas, a su manera, a los que creen que han sido los responsables de sus males: No votándoles en las elecciones, haciendo concentraciones, manifestaciones, o incluso una HUELGA GENERAL.
Pero a veces la opinión pública también se equivoca y, sobre la base de unos prejuicios que algunos se han encargado de difundir, se pueden cometer grandes injusticias con graves consecuencias para una parte de la sociedad. Y eso es lo que está pasando con el colectivo de trabajadores del sector financiero, a quienes esa parte de la sociedad, afectada por los problemas del sector financiero, los culpabiliza de los problemas que tiene; bien sea por los cambios en las participaciones preferentes o la deuda subordinada, bien por la no concesión del crédito necesario para salir adelante, o bien por la pérdida de su hogar.
Esta parte de la sociedad se equivoca cuando confunde a los verdaderos culpables con los trabajadores del sector, que no son más que eso, TRABAJADORES, y que son INOCENTES porque no han tenido ninguna responsabilidad en la toma de las decisiones que han propiciado los cambios de regulación de los productos financieros, ni en los cambios de las normas o requisitos para la concesión del crédito, ni en la decisión de quitarle el hogar a ningún ciudadano, como consecuencia del impago de las hipotecas.
Con esta confusión injusta, se ha encontrado, en los trabajadores del sector financiero, un cabeza de turco para que toda la ira de esta parte de la sociedad no se focalice hacia los verdaderos culpables sino hacia los trabajadores que están dando la cara ante unos problemas que no han generado ellos.
Esta mentira, que circula criminalizando a este colectivo, hace que cada vez haya más rechazo y desprecio; hace que los trabajadores nos enfrentamos unos a otros, y está desencadenando reacciones violentas y graves agresiones contra este colectivo de trabajadores por parte de ciudadanos que quieren hacer justicia por su cuenta. Desde insultos, acosos, persecuciones y difamaciones, hasta hechos tan inaceptables e inasumibles por la sociedad como apuñalamientos y asesinatos.
Por todo ello, quienes apoyamos este manifiesto queremos que se detenga esta ola de violencia y agresividad hacia el colectivo de trabajadores del sector financiero, y expresar nuestro rechazo hacia su criminalización, ya que se está cometiendo una grave injusticia social con unas consecuencias tan graves que una sociedad democrática no puede aceptar....
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